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Mischkyn

EN EL DIA DEL PADRE

EN EL DIA DEL PADRE LA DIFÍCIL TAREA DE SER PADRE.

Aunque suene tópico, quizá sea bueno aprovechar esta celebración comercial del Día del Padre para reflexionar sobre nuestro papel como tales. Y, valiéndome también de los tópicos, repetiré aquel de la difícil tarea de educar a esos seres que vienen al mundo sin un manual de instrucciones.

Tengo dos hijos (deliciosos, claro, como dicta el amor de padre). El primero, con quince años, recorre la procelosa adolescencia; el segundo, bordeando los doce, comienza a asomarse a ella. No es fácil responder bien a sus demandas afectivas, educativas… La catarata amorosa que desprendemos hacia ellos –quizá tan simple como un instinto animal- debe ser contenida si queremos conseguir que crezcan libres y racionales. Pero no es sencillo mantener la auctoritas sin ser autoritario, ganar sU confianza sin perder la necesaria distancia (como se ha señalado con inteligencia, si fuéramos sus amigos –que ya los tienen- quedarían huérfanos, sin referencia de otro tipo)…

Quizá antes fuera todo más fácil. O quizá siempre haya sido difícil y nos refugiemos en esta idea. Bien es cierto que las generaciones anteriores tenían certidumbres mayores en algunos temas; también que la educación familiar tenía como lugar el hogar, donde habitualmente se encontraba sólo la mujer; fueron nuestras madres las que nos educaron. Después vendrían las revoluciones: la de la mujer, con su incorporación al mundo laboral, la sexual, la contraria a la autoridad. Las certezas dejaron de serlo: se abría un mundo más libre pero quizá más difícil de transitar.

En este mundo no es sencillo hallar referencias; yo he encontrado muchas. Valgan dos como ejemplos luminosos: José Antonio Marina y Fernando Savater. Con ellos he aprendido que educar es, más que nada, acompañar con afecto. De mis padres, que los domingos me compraban unos tebeos de vidas ejemplares, aprendí el valor del ejemplo, del modelo, de la referencia moral. Educar es también a veces esperar, sobre todo en la adolescencia, respetar la independencia que va naciendo (muchas veces, como las olas del Cantábrico, golpeando frente a nosotros), pero acompañarles en ese proceso, creando un escenario de afecto, una red de protección.

Educar, como casi todo en la vida, exige esfuerzo, dedicación, atención, mirar y escuchar mucho, interpretar sus gestos y sus palabras. Es también compartir valores. Uno de los que nos diferencia es la experiencia, y debemos ponerla a su servicio: explicarles dónde nos equivocamos, reconducir sus caminos, decir bastantes veces que no y explicar el por qué… Pero, sobre todo, es querer, un querer no invasivo que les ayude en su autoestima y les prepare también para situaciones complejas. En mi caso, soy un afortunado, porque esos dos diablillos me hacen tan fácil el quererles… Un beso para ellos en su día, que es el nuestro.

4 comentarios

Dialga -

Hola de nuevo, esos hijos tuyos de los que hablas se ve a la legua de que son muy buenos.Sobretodo el pequeño.Ja ja ja.

Mischkyn -

Gracias, dialga, tienes razón porque el día del padre es bonito cuando se tienen unos hijos tan majos como los que, por suerte, tengo yo.
Gracias, Laura, porque tenerte como lectora siempre ayuda a sentirte más cerca, cosa siempre deliciosa. Confío en que la constancia que generosamente me otorgas sea verdaderamente tal. Un beso por tu comentario y espero que nos veamos mucho también por aquí.

Dialga -

Hola Laura , tienes razon.Mischkyn el dia del padre es muy bonito tal y como lo has escrito.Sigue asi

Laura -

¡Qué bien! Ahora, además de quererte, también podré leerte. Para tener un blog son necesarias dos cosas: constancia y tener algo interesante que contar, y tú tienes las dos.